La Californidad

Rasgos principales

  1. Ruptura del aislacionismo cultural e integración de Baja California al contexto cultural nacional. Se consiguió por medio de la celebración de encuentros de escritores, fundación asociación de escritores, de espacios de lectura, publicación y promoción de un corpus educado de consumidores.
  2. Ambiciosa cruzada de dotar a Baja California de una memoria cultural, de una tradición orgullosa y de un destino histórico optimista, casi épico. Este esfuerzo fue una extensión de los programas de fortalecimiento de la identidad nacional a partir del movimiento cultural vasconcelista, pero especialmente dentro de la imaginación colectiva del socialismo cardenista. Fueron fundamentales los trabajos en torno a la mexicanidad y filosofía cultural de Samuel Ramos, Leopoldo Zea, José Gaos, Jorge Portilla, Octavio Paz y las tendencias introducidas por Rubén Vizcaíno Valencia.
  3. Casi todos sus miembros practicaron diferentes géneros literarios: novela, cuento y poesía. No obstante, todos han ejercido los géneros periodísticos donde se ha testimoniado la emergencia de la cultura bajacaliforniana moderna, o de la modernidad.
  4. Se elaboraron los primeros ensayos de crítica literaria sobre Baja California. Fue articulada entorno al pasado cultural y se trató de ofrecer una experiencia rica y digna de su memoria, una presencia vigorosa de su presente y un destino optimista.

Figuras sobresalientes

Se sumaron a este movimiento Rubén Vizcaíno Valencia, Alfonso René Gutiérrez, Patricio Bayardo Gómez, Guadalupe Kirarte, Jesús Cueva Pelayo, Prudencio Rodríguez y Miguel de Anda Jacobsen.

Los escritores se reunieron especialmente en torno el suplemento del periódico El Mexicano, dirigido por Rubén Vizcaíno Valencia, quien a su vez promovió la creación y el funcionamiento de la Editorial Californidad. En 1965, algunos autores de este periodo llevaron a cabo el Congreso de Escritores de Baja California, que dio lugar a la Asociación de Escritores de Baja California.

El grupo fue instrumental para la fundación de la Universidad Autónoma de Baja California. Al pasar de territorio a Estado de Baja California, influyeron en la formulación de las instituciones culturales estatales y municipales. Introdujeron los primeros talleres literarios que han sido eje de la transformación literaria bajacaliforniana. Fundación del Seminario de Cultura Mexicana, bajo la dirección de Rubén Vizcaíno Valencia.

Federico Campbell fue un caso singular y produjo a partir de los sesenta. Guardó ciertas coincidencias con La Californidad, pero mayormente fue una expresión individualista de cultura fronteriza.

Los textos de Campbell tuvieron una irrenunciable carga autobiográfica. Menciona Cortés Bargalló:

«”[S]u salida” del estado no fue precisamente en las mejores condiciones ni le condujo a una mejor atmósfera para desarrollar la escritura. Campbell es un escritor nato en quien, precisamente, las condiciones adversas generaron tempranamente un profundo desencanto, la sensación de inasibilidad, el análisis de los determinismos sociales y tina larga y productiva meditación en torno a la nostalgia.» 

Las circunstancias favorables tuvieron que forjarlas después, en el trabajo meticuloso de conquistar un oficio y allegarse todos los recursos necesarios para lograrlo. No obstante, la huella de aquella primera ruptura había definido ya el carácter y el ámbito de su obra narrativa ulterior.

Ya desde la mitad de los años sesenta, Campbell participó de lleno en el ámbito literario de la ciudad de México. Testimonian esta actividad, a la par que sus inclinaciones literarias, sus recursos narrativos y periodísticos, sus libros de entrevistas Infame turba (1971) y Conversaciones con escritores (1972). La literatura fue una pasión sostenida en la que encontraron lugar la reflexión en torno a la historia y la cultura contemporáneas. Difícilmente se podría ver su trabajo periodístico en otro sentido que no fuera el del ensayo de intención literaria. Por esta razón, sus reportajes, entrevistas y artículos tienen algo de expresión y experiencia narrativas.

Así como el ámbito de sus preocupaciones culturales, políticas y literarias lo llevaron a la ciudad de México, a Barcelona, a Estados Unidos, a Italia, y a muchos otros sitios, el desarrollo y la introspección de su trabajo creativo lo trajeron de regreso a una Tijuana interior, pasada por el lenguaje de la memoria. A medida que la memoria se materializó, fue sembrando una ineludible condición de fugacidad en los mundos y personajes configurados. La memoria que se construye con jirones de historia, fotogramas, sueños, recortes de periódico, escenarios fugitivos, interloquios privados. La memoria que se construye no con personajes sino con el peso de una melancolía.

Si la memoria, en sentido figurado, es un regreso, en un sentido real, es literatura. Al «regresar» a Tijuana, Campbell tocó los dos extremos posibles: la recuperación de lo irrecuperable, como pulsión, deseo que desarrolló una escritura de bricolaje (Todo lo de las focas, 1982) y la suplantación y desvanecimiento, que desencadenaron la ruina del personaje, desplazamiento de los ejes, desconstrucción (Pretexta, 1979). Estos extremos se tocaron y fueron coordenadas que parecieron confluir en un telón de fondo, representado en aquella ciudad del poema de Cavafis:

«No hallarás otras tierras ni otros mares. La ciudad irá contigo a donde vayas. Errarás por las mismas calles; en los mismos suburbios y en las mismas casas, irás envejeciendo. Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro sitio -es inútil que guardes- no hay barco ni camino para ti.

Al arruinar tu vida en esta angosta esquina de la tierra, en todo el mundo la destruiste».

En Pretexta, Campbell ahondó en el análisis y la descripción del poder; inquietud que según él mismo declaró, vino a robustecerse y a reorientarse a partir del contacto con la obra de Leonardo Sciascia, particularmente con la novela El contexto. El estudio del poder agrega una nueva paradoja al trabajo de Campbell: denuncia y fascinación; escritura y praxis política.

Por su trabajo creativo, crítico y periodístico, Federico Campbell, es una de las figuras que ejerció mayor influencia sobre las generaciones actuales, con las cuales colaboró asiduamente. (Piedra de serpiente, 61, 62)