Humanistas trashumantes

Rasgos principales

  1. Cubren la producción cultural de los cuarenta. Señala Cortés Bargalló que esta promoción fue formada por periodistas, maestros, políticos, estudiantes, «ciudadanos con gusto por las letras y a la vez promotores de los pocos e insólitos espacios que dan testimonio de su afición». Por ello, esta promoción no tuvo una fisonomía muy definida.
  2. Es llamada «Generación trashumante» (En busca de la literatura en Baja California, Patricio Vallardo). Fue caracterizada por ser una expresión «sin banderas», pero a la vez sin contradicciones radicales.
  3. Producción cultural que, a partir de 1949, fue determinada por la integración de la inmigración española de refugiados republicanos. De los casi 25.000 refugiados que desembarcaron en Veracruz (1949), solo un reducido pero valioso grupo se asentó en Baja California, promocionando las artes y las humanidades.

Importancia: crearon la infraestructura educativa y los programas de estudio de las humanidades, que fue la base para la creación de dichas áreas humanísticas cuando se fundó la Universidad de Baja California.

Instituyeron las primeras revistas de crítica cultural y literaria: Actual Letras de Baja California. Con cierta identidad regional, fueron un eje para reunir y articular la expresión cultural de Baja California de los cuarenta y un antecedente para el movimiento de La Californidad.

Importante apertura de espacios culturales lograda por Julio Armando Ramírez, Fernando Sánchez Mayans y Héctor Benjamín Trujillo.

Figuras sobresalientes

Los maestros Miguel Bargalló Ardévol y Laureano Sánchez Gallego iniciaron en Tijuana el Centro Escolar de Agua Caliente. También instalaron «por primera vez en el estado las diversas cátedras para la enseñanza de las humanidades en los niveles medio y medio superior» (Piedra de serpiente, 46).

Destacan los catedráticos Antonio Alberich y Antonio Blanco, los periodistas Gabriel Hernández Rincón e Isaac Díaz Hidalgo, el historiador y catalanista Abelardo Tona, y los escritores Alfónso Vidal y Planas, Francisco Parés Guillén, Luis de Basave y Francisco Lader, así como el librero Alfónso López Camacho.

Sobresale un extraordinario poeta, Jesús Sansón Carrazco. Fue considerado como precursor y referencia para varias generaciones posteriores y poetas en lo individual, pero sobre todo para la formulación de los principios de la Californidad*. Su manifiesto es el primero de la literatura de Baja California**.

«A pesar de su fama de radical sedicioso, Sansón Flores conquistó rápidamente el respeto y la admiración de muchas personas en Baja California, jóvenes que reconocieron en su pluma y en sus ideas, un baluarte del antiimperialismo y de la lucha de clases. De alguna manera, se trataba de un resurgimiento explosivo de esa vertiente social que siempre ha nutrido las letras bajacalifornianas. El giro, sin embargo, tenía sus peculiaridades. Sansón Flores era un poeta de tiempo completo y su propuesta social consistía en una trasposición de la lucha al marco específico de la poesía: “Una poesía desindividualizada, que tenga vida siempre hacia afuera y no bajo el egoísmo del yo, que no camine por la tierra como una canción inútil, sino que enmarcada en un himno de belleza, lleve un soplo de rebelión”» (Piedra, 37).

Su propuesta llegaba aún más lejos; dejaba de lado las transformaciones, verdaderas transfiguraciones que el sentimiento revolucionario social había impreso en el verso contemporáneo (Mayakovsky, Brecht, Breton, Corso, Vallejo, Parta, Girondo, González Tuñón, Neruda, entre muchos otros) para afirmar que: «[l]a poesía es eterna en sus moldes, ritmos y metros, y sólo es cambiante en cuanto a que las nuevas ideas quepan en esos moldes. Antes que prescindir de las mayúsculas y renegar del soneto, lo importante es la renovación del pensamiento» (Piedra, 37).

Esta clara dicotomía entre formas y contenidos, aunada a su ortodoxia ideológica, fueron la puntilla para la poesía de Sansón Flores: programática, retórica, imitable, superable aun dentro de sus propios marcos. ¿Se trataba, acaso, de un sacrificio que el propio poeta hizo en aras de la claridad de su propuesta? Difícil saberlo. Lo evidente es que dada la accesibilidad de sus ideas, a la par que su propia producción, resultaron por su accesibilidad muy estimulantes para la gente que lo siguió y lo consideró como un maestro.

Las nociones de que el trabajo literario tuviera la fuerza para provocar un cambio social debe a Sansón Flores uno de sus momentos más intensos en la literatura de Baja California. Se puede afirmar que se trata de un capítulo que, lejos de haberse cerrado, resurge, con otros medios, bajo nuevas formas y con un mayor espectro ideológico entre las nuevas generaciones.

A pesar de los homenajes y el reconocimiento, incluso oficial, no se debe olvidar que la figura de Sansón Flores fue como una pinta incendiaria en el living room de la burguesía bajacaliforniana. Su antimperialismo colaboró, aunque de manera tangencial, a la reconsideración de una serie de factores en torno a la identidad del fronterizo. Estos conceptos desembocaron en un movimiento cultural al que se ha denominado, tomando un vocablo del pasado, «La Californidad».

* Señala Luis Cortés Bargalló en Piedra de serpiente que, «[e]xpulsado de Michoacán, su estado natal, por razones políticas, Jesús Sansón Flores llega a Mexicali investido con la aureola de poeta combativo, bohemio y revolucionario».

**David Piñera aparece incluído como prólogo a Antología de poesía revolucionaria, Vivencias universitarias. Selección de textos y discursos, p. 40; véase Gabriel Trujillo Muñoz, op. cit., p. lo. Jesús Sansón Flores, —Prólogo—, Sopla de rebelión, p. 9; referencia en Gabriel Trujillo Muñoz, —Jesús Sansón Flores p. 11.