Generación de los Ochenta

Rasgos principales

1. Trujillo Muñoz la llama «generación de choque» o «de finiseculares». Nacidos a mediados de siglo XX (1954-1964).

2. Generación huérfana de padres pero abundante de hermanos. Establecieron nexos con escritores del país por medio de encuentros, lecturas y congresos a principios de los ochenta.

3. Despegue y auge de los talleres literarios, especialmente el éxito del taller literario en Mexicali (1991) y primeras plaquetts. Visitas de poetas importantes del centro, siendo destacable la presencia y el trabajo constante de Alberto Blanco entre los poetas bajacalifornianos de por lo menos dos generaciones.

Coordinadores de talleres: Marco Antonio Campos, Oscar Oliva, Juan Bañuelos, Carlos Montemayor, Vicente Quirarte, Héctor Carreto, Bernardo Ruiz, Eduardo Langagne, David Huerta, José Emilio Pacheco, David Martín del Campo y Vicente Quirarte. (video)

4. Los precursores fueron escritores de la tradición poética mexicana y la cultura norteamericana: López Velarde y los contemporáneos en adelante, pasando por Octavio Paz, Efraín Huerta, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde y Gerardo Deniz. Hubo una presencia tutelar de poetas angloamericanos, neobarrocos hispanoamericanos (David Huerta, José Lezama Lima, etc.) con expresión renovada continuamente con voces cada vez más contemporáneas.

Los poetas representan o expresan las principales tendencias nacionales contemporáneas.

5. Notable profesionalización de la crítica literaria, especialmente la labor enciclopédica de Gabriel Trujillo Muñoz. Sobresaliente ejercicio teórico y crítico de Sergio Gómez Montero y Humberto Félix Berumen como participantes de esta misma generación.

6. No se buscó el tema fronterizo como signo de identidad o pertenencia (Literatura bajacaliforniana del siglo XX, 93).

7. Entre los miembros de esta generación, se pueden distinguir dos actitudes estéticas e ideológicas fundamentales:

  a) El compromiso de testimoniar la experiencia vital y cultural del aquí y el ahora. Margarita Villareal reconoció estos escritos como la «literatura de la inmediatez». Se pueden incluir autores como Roberto Castillo, Luis Humberto Crosthwaite, Rosina Conde y Gabriel Trujillo Muñoz. El término «inmediatez» es válido solo didácticamente, para acentuar el contraste con la tendencia más esencialista, universal y cosmopolita. Sin embargo, es inadecuado reducir a la inmediatez las brillantes intuiciones poéticas de R. Castillo, el trasfondo antológico y universal de las novelas cortas y los cuentos de Crosthwaite, así como la decidida lucha por los derechos de la mujer y los marginados en la poesía y la narrativa de Rosina Conde.

  b) Una búsqueda de una poética producida dentro de los valores de la dificultad y el rigor formal, la complejidad temática, la experimentación técnica y lingüística. Fue un intento de trascender el tiempo y el espacio hacia la universalidad, una insistencia en conseguir siempre nuevos registros escriturales cada vez más cerca del proyecto neobarroco latinoamericano (usando como referencia a los contemporáneos, Octavio Paz, José Lezama Lima, Nicanor Parra, David Huerta, etc.). Los miembros de esta generación de los ochenta que se inscriben en esta dirección fueron: José Javier Villareal, Eduardo Arellano, Raúl Navejas Dávila, Minerva Margarita Villareal y Tomás DiBella, entre otros.

La narrativa de Daniel Sada puede fácilmente conjugar de manera magistral ambos espacios de lo esencial y lo inmediato.

8. Auge editorial: A partir de la segunda mitad de los ochenta, hubo un verdadero florecimiento de proyectos de publicación de trabajos literarios y culturales. Se contó al menos con catorce editoriales.

9. Además de los finales de los setenta, durante la segunda mitad de los ochenta la proliferación de revistas literarias y de periodismo cultural fue realmente extraordinaria, sin comparación con lo sucedido en otros estados.

Algunas de duchas revistas literarias fueron Vida Bajacaliforniana (Ensenada, 1984); El Oficio (Mexicali, 1985); Travesía (Mexicali, 1985); Enlace (Tijuana, 1985) (existe otra revista con el mismo nombre publicada por la UABC, Mexicali, 1987); Serpentina (Tijuana,1989); Espiral (Ensenada, 1986); Letras (Tecate, 1985); Esquina Baja (Tijuana, 1987); El Vaivén (Tijuana, 1985); La ranura del 00 (Tijuana, 1988); Entorno (Tijuana, 1979); Arquetipo (Tijuana,1982); Literatura (Mexicali, 1986); Cínico Espejo (Mexicali,1986); Textos en jalea (Mexicali, 1985); Broken Line/La Línea Rota (Tijuana/San Diego, 1985); Revista de Humanidades (Tijuana, 1988); Trazadura (Mexicali, 1990); Identidad, suplemento del periódico El Mexicano; Inventario, suplemento del periódico ABC; Imagen, suplemento de El Heraldo; La Hoja, suplemento de la revista Hojas. Se multiplicaron los espacios culturales en los periódicos El Vigía (Ensenada), Novedades y La Voz de la Frontera (Mexicali); Arrecife, suplemento de El Sol (Tijuana), Bitácora a cargo de Alma Delia Martínez (1996-2001; según criterio de Gabriel Trujillo Muñoz fue  el mejor semanario de periodismo cultural). Deben destacarse los más de 25 exitosos años del suplemento cultural Identidad del diario El mexicano, dirigido por Rubén Vizcaíno Valencia.

Impacto: Según Gabriel Trujillo Muñoz, fue en esta generación donde se produjeron las obras fundamentales que marcaron las direcciones de la literatura de Baja California contemporánea «por la maestría formal, la elaboración coherente de sus tramas y personajes, y la contundencia visionaria de sus imágenes» (Literatura bajacaliforniana del siglo XX, 95).

Géneros literarios: Es una generación primordialmente de poetas que se fueron diversificando algunos a otros géneros.

Figuras sobresalientes

Se distinguieron más individualidades destacadas que por manifiestos grupales o estéticas colectivas. Hubo una rigurosa profesionalización del ejercicio literario caracterizado por una búsqueda personal de un espacio estético, de una visión de mundo original.

Rosina Conde, Tomás DiBella, Gilberto Zúñiga, Oscar Hernández, Raúl Navejas, Luz Mercedes López Barrera, Víctor Hugo Limón, Gabriel Trujillo Muñoz, José Javier Villarreal, Juan Antonio Di Bella, Eduardo Arellano, Fernando Vizcarra, Alfonso García Cortés, Manuel Romero, Oscar Montaño, Manuel Acuña Borbolla, Angel Norzagaray y Sergio Rommel; así como a los nacidos en otras partes del país en esta misma década (1.954-1.964), pero que han hecho buena parte de su obra poética en suelo peninsular, como Eduardo Arellano, Manuel Acuña Borbolla, Gerónimo Massiel, Angel Norzagaray, Lauro Acevedo, o Matilde López.

Algunos comentarios sobre sus principales integrantes:

Oscar Hernández (1955), con Nubes (1993), No llores por mí Mexicali (1992), Patricia Vega (Tijuana, 1957), y Todas mis amigas son poetas (1983).

Poetas consolidados: Trujillo Muñoz considera que debido a «ya sea por las zonas del lenguaje que su poesía explora o por el tono y la visión del mundo que ella divulga, son unos cuantos».

Gilberto Zúñiga (Tijuana, 1955). Su poesía primera ha sido reunida en Nightflies (1991). Poeta trascendentalista, planteó los enigmas de la naturaleza y la vida, con un tono mesurado, lo cotidiano, enfatiza lo sensorial.

Raúl Navejas (Mexicali, 1956) Palabra perdida (1984) y Los dominios del ave (1993). Es uno de los poetas de quienes Trujillo Muñoz subraya su «pertinaz observación de la naturaleza y sus conflictos. Navejas, sin embargo, no cifra su aventura poética en el desciframiento de los signos del mundo, sino que es, en nuestro medio, quien mejor encarna el escepticismo radical de una Cavafis o un Pessoa. Su mirada no es genésica sino que está matizada por la magia elemental y salvaje del mito mayor de nuestra época: la ciudad, con sus “residencias, almacenes y comercios”. En Navejas, las urbes contemporáneas son la mejor metáfora de la divinidad o, al menos, el sitio adecuado para las bodas entre el cielo y el infierno» (Los signos de la arena, 85).

Luz Mercedes López Barrera (Mexicali, 1956) es un caso opuesto. Su poesía está reunida en Poemas (1985) y en diversas revistas de la entidad.

Eduardo Arellano (Zacatecas, 1959; radicado en Baja California desde los años ochenta) con Diáspora o pasión (1985). Poeta que ensayó poemas de gran aliento tonal y temático existencial en torno a la urbe postmoderna, la memoria ancestral de los pueblos náhuatl, la búsqueda de la trascendencia espiritual y la aventura escritural. Todos dichos argumentos fueron confrontados contra la experiencia vital y cultural de la frontera. Trujillo Muñoz expone que su poesía «es una casa de miradas, un conocimiento abstracto. Poesía mística que se aligera de lastres discursivos. Para Arellano, la poesía es impulso “hacia el gran espejo de lo vivo”» (Los signos de la arena, 87).

José Javier Villarreal (Tecate, 1959) Mar del norte (1988), La procesión (1991) y Pueriario (1994). Indudablemente, uno de los poetas más universales por la elección y tratamiento temáticos, por la sabiduría lírica que nutre sus versículos con la fuerza e intencionalidad de los poetas grecolatinos, como Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo. Igualmente se apoyó en los norteamericanos de vuelta de siglo y los poetas neobarrocos latinoamericanos de la generación de contemporáneos, Pablo Neruda, José Lezama Lima, Octavio Paz, Nicanor Parra y David Juerta. Fue un poeta de singular maestría para manejar gran riqueza de voces poéticas y registros lingüísticos, al punto de que cada poemario es un experimento estético y técnico cumplido.

Angel Norzagaray (La Trinidad, Sinaloa, 1961) Autor de Trovargo (1988) y En la madre, bohemios (1991). Poeta y dramaturgo. Su poesía tiene a la voz poética de protagonista y a veces de comparsa. Dramático, realista, picaresco.

Juan Antonio DiBella (Ensenada, 1961). Poeta de la frontera, liberado, como Villarreal, del compromiso del testimonio social y de la mediatez de la lengua y la experiencia individual. Trujillo Muñoz afirma que «[l]a frontera es, en sus versos, un estado de ánimo, una manera de vivir lo cotidiano. Plena de humor, como la de Norzagaray, difiere de ésta en que DiBella no busca la burla, la parodia o el texto que dé pie al escándalo. Su apuesta es más arriesgada y menos condescendiente: en su poesía la frontera es un sitio de prueba de la condición humana, un espacio libertario donde cada quien puede hallar el tesoro oculto de sus propios sueños y terrores, la aventura personal al mismo tiempo heroica y carnavalesca» (Los signos de la arena, 88).

Sergio Rommel (Tecate, 1.964) con Poemas (1.983). De las voces más intensas de la poesía bajacaliforniana.

Manuel Romero (Mexicali, B.C., 1.965). Narrador y ensayista. Becario del FOECA (1994). Ganó el premio estatal de literatura (1.998) en novela y periodismo cultural. Autor de La silla eléctrica (novela, 1.999) y Comicópolis (crónica, 1999).

Edmundo Lizardi (La Paz, B.C. Sur, 1.953). Licenciado en derecho (UNAM). Cursó el taller de literatura iberoamericana en la misma institución y el taller de periodismo en el Centro Internacional de Prensa en Barcelona, España. Colaboró en diversos diarios estatales, nacionales e internacionales, entre los que destacan El sudcaliforniano y El peninsular, en La Paz, Baja California Sur; Unomásuno, Excélsior y Novedades, en México, D.F.; y La Prensa, en Las Vegas, Nevada. Editor de la sección cultural y de espectáculos del diario San Diego hoy, de San Diego, California. Premio Península de poesía (1.975) en La Paz, Baja California, Sur. Mención honorífica (1.982) en el Premio Internacional de poesía en la revista Plural de Excélsior, en México, D.F. Premio estatal de literatura en periodismo cultural (1.994). Premio nacional de poesía Tijuana (1.997), organizado por el XV Ayuntamiento. Premio nacional de poesía Alí Chumacero 97 en Tepic, Nayarit. Premio fronterizo binacional de poesía Pellicer Frost en Ciudad Juárez, Chihuahua. Premio estatal de cuento con Primeros vuelos (1999). Publicó los libros de poesía Y después del crepúsculo (1980), Mar en sombra (1986), Azuvia (1988), Preludio de las Islas (1999), y el libro de periodismo Crónicas fronterizas (1995).

Castillo Udiarte, Roberto (Tecate, B.C., 1951). Poeta y narrador. Estudió letras inglesas e hispánicas (UNAM) y dió clases en la carrera de comunicación en la UIA y en la Escuela de Humanidades de la UABC. Tradujo una antología de poemas del poeta estadounidense Charles Bukowski, Soy la orilla de un vaso que corta, soy sangre, primera en su género en el mundo hispanohablante (1.983). Premio nacional de poesía Fundación Tijuana (1984) con Blues cola de lagarto. Antologado en Parvada. Poetas jóvenes de Baja California (1985), Y todos tiramos piedras (1987), Desde el día común (1987), Un camino de hallazgos (1992) y Baja California. Piedra de serpiente (1993). Publicó Pequeño bestiario y otras miniaturas (ficciones, 1982), Blues cola de lagarto (poesía, 1985), Cartografía del alma (poesía, 1987), Arrimitos o los pequeños mundos en tu piel (ficciones, 1992), Nuestras vidas son otras (poesía, 1994), La pasión de Angélica según el Johnny Tecate (antología poética, 1996), Gancho al corazón. La saga del Maromero Páez (crónica, 1997) y Banquete de pordioseros (crónica musical, 1999).