Rasgos principales
- Marcó el cambio hacia la nueva literatura de Baja California.
- Se constituyeron los núcleos más estudiados, contextuados y prolíficos de la literatura bajacaliforniana.
- Rechazo frontal a las propuestas locales de la década anterior. Se retomaron propuestas anteriores como la vocación testimonial en cuanto al paisaje natural y humano y el interés por estructurar un discurso en el que puedan resolverse o subrayarse las contradicciones de una identidad cultural.
- Con la proliferación y profesionalización de los talleres literarios, se cumplió una apertura de un espacio de producción, crítico, distribución y consumo.
- Hubo un aparato crítico y un medio de promoción en revistas y suplementos: Amerindia (Tijuana, 1973), Hojas (Tijuana, 1979), El último vuelo (SDSU a cargo de Gustavo Segade, 1979).
- Buscó rearticular la trayectoria de la literatura bajacaliforiniana en torno a un marco generacional en torno a grupos por su ideología artística o política y por su edad.
Recursos técnicos: contra el viejo lirismo y la improvisación por instrumentos de estudios más sistemáticos, que no pocas veces les hizo caer en la obsesión por el registro y en una visión analítica de etiquetas y estantería (tendencias, influencias, ideológicas), particularmente aplicada a sus propios contemporáneos.
Temática: de autorreflexividad cultural, de solidaridad política, de deslumbramiento ante la vida y erotismo franco.
Propósito: búsqueda y reclamo de una expresión propia, frecuentemente «aterrorizar a los burgueses».
Figuras sobresalientes
Víctor Soto Ferrel, José Vicente Anaya, Eduardo Hurtado, Raúl Rincón Meza, Jorge Ruiz Dueñas y Luis Cortés Bargalló.